Intolerancia a la lactosa: 4 cosas que debes saber
La intolerancia a la lactosa es un problema del sistema digestivo que se presenta cuando el organismo no produce suficiente “lactasa”, una enzima que ayuda a digerir el azúcar que se encuentra en los productos lácteos y sus derivados.
¿Quién puede sufrir de intolerancia a la lactosa?
Esta afectación es bastante común, no obstante (fuera de la limitación alimentaria) no representa un grave peligro de salud. Es común que se desarrolle a partir de los 2 años de edad, pues los niños nacidos a término, suelen tener esta enzima completamente desarrollada. Algunos de los grupos que presentan esta afectación son:
- Niños prematuros a los que no se les ha desarrollado esta enzima completamente.
- Las personas de tez blanca muestran signos de intolerancia a la lactosa comúnmente a partir de los 5 años.
- Las personas con ascendencia afroamericana suelen presentar esta afectación a partir de los 2 años.
- Las personas de origen asiático, africano y nativo americano también se hacen presente en las estadísticas de intolerantes a la lactosa.
Aunque es poco frecuente en personas con ascendencia europea del norte y occidente, también es posible la aparición de esta afectación.
¿Cómo se puede identificar la intolerancia a la lactosa?
Los síntomas de quienes presentan esta afectación aparecen una vez que el proceso digestivo presenta problemas para digerir el azúcar que está en los productos lácteos, por lo tanto, estos signos se manifiestan luego de consumir alimentos de este tipo. Los más comunes son:
- Distensión o hinchazón abdominal.
- Diarrea
- Náuseas
- Gases
- Dolor abdominal
- Vómito
- Ruidos estomacales
¿Cómo se origina la intolerancia a la lactosa?
Para saber cuáles son las causas comunes de esta afectación, es importante que conozcamos el proceso de malabsorción. En este sentido, cuando la persona que no produce suficiente “lactasa” consume productos lácteos, no se hace posible el proceso de descomposición regular, lo que hace que los restos de azúcar pasen al colón y estando allí, sean descompuestos arbitrariamente por las bacterias de este órgano, produciendo fluidos, gases y demás síntomas comunes de la intolerancia a la lactosa.
En conclusión, la intolerancia a la lactosa es una afectación producto de las bajas concentraciones de “lactasa”, la falta de esta enzima se podría generar a causa de:
- Lactasa no persistente: suele desarrollarse a partir de los últimos años de infancia, durante la adolescencia o a principios de la adultez. Es la causa más común y se caracteriza por la disminución considerable de la producción de lactasa con el paso de la edad.
- Lesiones al intestino delgado: se trata de enfermedades, infecciones o afectaciones (medicamentos, cirugías o radioterapias) que producen lesiones al intestino delgado, lo que afecta la producción normal de lactasa y hace posible la aparición de la intolerancia a la lactosa.
- Nacimiento prematuro: un niño que ha nacido antes del tiempo reglamentario, tiene la posibilidad de sufrir intolerancia a la lactosa, esto se debe a que no tiene esta enzima totalmente desarrollada, no obstante, conforme va creciendo, aumenta la producción de lactasa y la afectación va desapareciendo.
- Déficit congénito de lactasa: aunque es poco común, se desarrolla cuando la persona produce de cero a nada de lactosa desde que nace.
¿La intolerancia a la lactosa y alergia a la leche es lo mismo?
Aunque ambas tienen que ver con el consumo de leche, indudablemente se tratan de dos afectaciones diferentes, las más notables son:
- La edad en la que se manifiestan: la intolerancia a la lactosa suele aparecer a partir de los 2 o 3 años en adelante, mientras que las alergias a la leche podría manifestarse desde el 1er año de vida.
- Sus causas: la intolerancia a la lactosa se produce por la insuficiente producción de enzima llamada lactasa, que tiene como función principal, descomponer el azúcar llamado lactosa; mientras que, la alergia se produce como una exagerada reacción del sistema inmune, al considerar invasor a uno o más componentes de la leche.
- Nivel de riesgo: en el caso de la intolerancia los síntomas suelen ser muy molestos, sin embargo, pueden mantenerse controlados con la aplicación de una dieta que limite el contenido de lactosa; en cambio, una alergia grave a la leche podría representar un alto peligro para la vida.
Una dieta con cantidades muy mínima de lactosa suele aliviar los síntomas de esta afectación (hasta media taza de leche), no obstante, es posible agregar a tus alimentos lácteos, lactasa artificial (puedes conseguirlas en tabletas masticables o cápsulas), de esta manera te aseguras que las concentraciones de azúcar sea descompuesta totalmente. También es importante que revises tus niveles de consumo tanto de vitamina D como de calcio, dos elementos importantes para promover tu salud ósea y que por lo general, se ve afectado cuando ingieres poca cantidad de productos lácteos.